"Hace algunos años, cuando era un instructor recién nombrado, conocí por primera vez a cierto eminente historiador de la ciencia. En aquel momento sólo pude mirarle con tolerante condescendencia.
Me daba pena aquel hombre que, me parecía, se veía obligado a rondar los límites de la ciencia. Se veía obligado a tiritar sin cesar en las afueras, obteniendo sólo un débil calor del lejano sol de la ciencia en marcha; mientras que yo, que acababa de comenzar mi investigación, me bañaba en el embriagador calor líquido allá en el centro mismo del resplandor.
En toda una vida de equivocarme en muchos puntos, nunca me equivoqué tanto. Era yo, no él, quien vagaba por la periferia. Era él, no yo, quien vivía en el resplandor.
Había caído víctima de la falacia del "borde creciente"; la creencia de que sólo contaba la frontera misma del avance científico; que todo lo que había dejado atrás ese avance estaba desvanecido y muerto.
Pero, ¿es eso cierto? Porque un árbol en primavera brota y se pone verde, ¿son esas hojas por tanto el árbol? Si las ramitas recién nacidas y sus hojas fueran todo lo que existiera, formarían un vago halo de verde suspendido en el aire, pero seguramente eso no es el árbol. Las hojas, por sí mismas, no son más que un adorno trivial que revolotea. Son el tronco y las extremidades los que dan al árbol su grandeza y las hojas mismas su significado.
No hay descubrimiento en la ciencia, por revolucionario que sea, por brillante que sea, que no surja de lo que hubo antes. Si he visto más lejos que otros hombres -dijo Isaac Newton- es porque me he subido a hombros de gigantes".
- Isaac Asimov (Añadir una dimensión: Diecisiete ensayos sobre la historia de la ciencia)
A raíz de los recientes avances en el aprendizaje automático, se han reavivado algunos debates antiguos sobre el descubrimiento automatizado. La disponibilidad de herramientas computacionales y software para el análisis de datos enormemente mejorados ha estimulado nuevos debates sobre el descubrimiento generado por ordenador. Es en gran medida incontrovertible que las herramientas de aprendizaje automático pueden ayudar al descubrimiento, por ejemplo en la investigación sobre antibióticos. La noción de "científico robot" se utiliza sobre todo de forma metafórica, y la visión de que los científicos humanos puedan ser sustituidos algún día por ordenadores -por sucesores de los sistemas de automatización de laboratorios "Adán" y "Eva", supuestamente los primeros "científicos robot"- se evoca en redacciones destinadas a un público más amplio, aunque surgen algunos retos éticos interesantes de la "IA sobrehumana".
También parece que, partiendo de la idea de que los productos de actos creativos son a la vez novedosos y valiosos, los sistemas de IA deberían denominarse "creativos", una implicación que no todos los analistas encontrarán plausible.
"Hace algunos años, cuando era un instructor recién nombrado, conocí por primera vez a cierto eminente historiador de la ciencia. En aquel momento sólo pude mirarle con tolerante condescendencia.
Me daba pena aquel hombre que, me parecía, se veía obligado a rondar los límites de la ciencia. Se veía obligado a tiritar sin cesar en las afueras, obteniendo sólo un débil calor del lejano sol de la ciencia en marcha; mientras que yo, que acababa de comenzar mi investigación, me bañaba en el embriagador calor líquido allá en el centro mismo del resplandor.
En toda una vida de equivocarme en muchos puntos, nunca me equivoqué tanto. Era yo, no él, quien vagaba por la periferia. Era él, no yo, quien vivía en el resplandor.
Había caído víctima de la falacia del "borde creciente"; la creencia de que sólo contaba la frontera misma del avance científico; que todo lo que había dejado atrás ese avance estaba desvanecido y muerto.
Pero, ¿es eso cierto? Porque un árbol en primavera brota y se pone verde, ¿son esas hojas por tanto el árbol? Si las ramitas recién nacidas y sus hojas fueran todo lo que existiera, formarían un vago halo de verde suspendido en el aire, pero seguramente eso no es el árbol. Las hojas, por sí mismas, no son más que un adorno trivial que revolotea. Son el tronco y las extremidades los que dan al árbol su grandeza y las hojas mismas su significado.
No hay descubrimiento en la ciencia, por revolucionario que sea, por brillante que sea, que no surja de lo que hubo antes. Si he visto más lejos que otros hombres -dijo Isaac Newton- es porque me he subido a hombros de gigantes".
- Isaac Asimov (Añadir una dimensión: Diecisiete ensayos sobre la historia de la ciencia)
A raíz de los recientes avances en el aprendizaje automático, se han reavivado algunos debates antiguos sobre el descubrimiento automatizado. La disponibilidad de herramientas computacionales y software para el análisis de datos enormemente mejorados ha estimulado nuevos debates sobre el descubrimiento generado por ordenador. Es en gran medida incontrovertible que las herramientas de aprendizaje automático pueden ayudar al descubrimiento, por ejemplo en la investigación sobre antibióticos. La noción de "científico robot" se utiliza sobre todo de forma metafórica, y la visión de que los científicos humanos puedan ser sustituidos algún día por ordenadores -por sucesores de los sistemas de automatización de laboratorios "Adán" y "Eva", supuestamente los primeros "científicos robot"- se evoca en redacciones destinadas a un público más amplio, aunque surgen algunos retos éticos interesantes de la "IA sobrehumana".
También parece que, partiendo de la idea de que los productos de actos creativos son a la vez novedosos y valiosos, los sistemas de IA deberían denominarse "creativos", una implicación que no todos los analistas encontrarán plausible.
El espacio es algo incomprensible, ¿cuantos planetas existirá?